Los huracanes en este pueblo son cosa de todos los años. Siempre hay amenazas tipo “este año se espera que varios huracanes toquen tierra”, pero no siempre llegan.
Los primeros años no le di mucha importancia porque no había llegado uno que realmente hiciera daño, así que cuando en septiembre del 2002 avisaron que venía uno llamado “Isidoro” nadie le dio importancia; no hubo compras de pánico ni nada por el estilo… a la gente le valió el mentado Isidoro.
Era sábado en la noche y mi hermana y yo estábamos solitas en la casa porque mi papá estaba de viaje. Hacía algo de viento, pero no nos preocupamos mucho. En el Weather Channel decían que se acercaba y demás, pero qué hueva estar viendo un mapa en la televisión. Nos acostamos en la sala a ver una película y ahí nos quedamos dormidas. Al siguiente día seguía el viento y algo de lluvia, pero seguíamos en el plan de “no pasa nada”. Cuando llegó mi papá nos dijo que ya había algunos árboles en el suelo, y cero gente en la calle.
Como a las cuatro el viento empezó a ser más fuerte y se fue la señal de SKY. Empezó a llover y cada vez fue más fuerte, hasta que como a las seis se fue la luz. Por la ventana lo único que se veía era un arbolito en la acera de enfrente que se doblaba casi hasta tocar el suelo.
Se hizo de noche y el viento ya era horrible. Se escuchaban ruidos rarísimos… el único que logramos reconocer fue el de cristales rompiéndose, pues fue el más recurrente. Estuvimos platicando en mi cuarto hasta como a las once, luego mi papá dijo que ya se iba a dormir y mi hermana se quedó conmigo.
Al día siguiente seguía el huracán sobre nosotros, sólo que ya no nos importaban los ruidos… queríamos que se fuera. Todo ese día siguió igual.
El lunes en la mañana ya no había viento, sólo lluvia horrenda. Llegó a la casa mi tío y se llevó a mi papá a ver si había daños en la oficina. Estuvieron como cuatro horas fuera, y cuando regresó mi papá nos dijo que había mil postes, árboles, cables y espectaculares tirados en las calles. Nuestra antena de SKY estaba retorcida a tres cuadras de donde debería estar.
En casa seguíamos sin luz y sin agua. Lo del agua se solucionó comprando agua embotellada, pero el asunto de la luz se ponía cada vez peor, pues empezaba a hacer calor y con toda la humedad que trajo el huracán este pueblo se estaba volviendo el infierno (bueno, sí… ya era, pero más). Estuvimos como una semana sin agua y dos sin luz. Ah, los técnicos de SKY bien lindos fueron a poner la antena cuatro días antes de que hubiera luz… ptrr.
En los periódicos había fotos horribles de gente cuyas viviendas quedaron hechas ruinas y granjas de pollos donde los animales nadaban muertos en agua verdosa y ensangrentada.
Al siguiente año (o dos después, no recuerdo) hubo otra amenaza de huracán… uno llamado “Emily” que según iba a volver a jodernos la vida, pero nada más nos trajo algo de lluvia… la peor parte se la llevó Quintana Roo. En esta ocasión la gente sí se puso loca. Hubo compras de pánico y cinta canela en las ventanas de las casas, según eso evita que los cristales se rompan.
Ahora se supone que hay otro acercándose y no quiero que venga. Los huracanes no son divertidos.
Música de: Naranja Mecánica – La siguiente vida
1 Comentarios:
Yo estoy mas o menos acostumbrado a los huracanes, cuando vivia en chetumal los huracanes eran cosa de cada año (bueno, todavia lo son). Pero si estan gachos.
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