Contra todo pronóstico y/o promesa de que jamás me pararía por ahí, ayer fui al carnaval de Mérida. Yo no quería, lo juro, pero desde el viernes mis amiguis estuvieron chingando con que fuera y que irían todos y que las arañas… el caso es que yo me negaba, pero no tengo voluntad y fui.
Cuando llegué tenía miedo porque bwaaa, era muchísima gente y mucho ruido y un buen de alcohol… y muchos niños emo cayéndose de ebrios, además hacía un calor de la chingada y yo no encontraba a mis amiguis.
La cosa es que al principio sí andaba medio de jeta porque… pues porque soy bien odiosa y no me gusta que la gente me embarre su sudor… pero luego bebí una lata de cerveza y todo se puso mejor. Después de un rato nos acostamos sobre el pastito de WalMart (mientras mi amigui Maldi se echaba la siesta “no estoy ebrio, sólo un poquito cansado y tomaré una pequeña siesta") y eso sí me gustó, aunque al levantarme tenía pasto seco por todos lados, pero shit happens.
En fin, afirmo mi postura: el carnaval es del diablo, la cerveza sabe feo y los emo son bien chistosos.
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